Tumbas de Tiro.
Una de las manifestaciones culturales más notables del Occidente es la llamada tradición Tumbas de Tiro, que se desarrolló en los actuales estados de Jalisco, Colima y Nayarit durante el Preclásico Tardío y el Clásico; si lo comparamos cronológicamente con el resto de Mesoamérica, abarcaría de los años 300 a. C. al 700 d. C.
Fue una de las culturas mesoamericanas que más desarrolló el culto a sus muertos, entre lo cual destacó su arquitectura funeraria. Se presume que el origen de este tipo de entierros está en la región sudamericana de Colombia, Perú y Ecuador. Hasta el descubrimiento en 1993 de una tumba monumental intacta en el sitio de Huitzilapa, Jalisco, prácticamente todo el conocimiento sobre esta tradición cultural se había derivado de sitios saqueados y colecciones de figurillas de cerámica carentes de contexto, con la consecuente pérdida de información, por lo que la excavación de la tumba de Huitzilapa arrojó nuevos datos sobre este periodo en el Occidente. Este sitio ceremonial en el centro de Jalisco estuvo ocupado durante el Clásico Temprano (100 d. C.-300 d. C.) y lo conformaron una serie de unidades arquitectónicas como plazas, montículos, juegos de pelota, terrazas, unidades residenciales cruciformes y complejos circulares.
La tumba de tiro de dos cámaras mide 7.6 m de profundidad y contenía seis individuos –tres en cada cámara– enterrados con ricas ofrendas. Es muy probable que los difuntos hayan estado emparentados entre sí, por lo que podría tratarse de una cripta familiar que aloja miembros de un linaje específico. Un individuo masculino de aproximadamente cuarenta y cinco años de edad es el personaje más importante de los enterrados en la tumba, a juzgar por la cantidad y calidad de ofrendas asociadas con el esqueleto. Estaba adornado con elaborados artefactos de jade y concha, además de textiles cosidos con miles de conchas marinas. Dos esqueletos de mujeres se encontraron asociados con utensilios pertenecientes al rol femenino según la concepción de entonces: malacates de arcilla y metates hechos de piedra volcánica. Otras ofrendas en la tumba incluyeron figuras de barro que representan jugadores de pelota, así como vasijas de barro decoradas con diseños geométricos y zoomorfos, algunas de las cuales todavía conservaban restos de alimentos.
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